En el txoko de Tecnun
Era la primera vez en seis años que estaba en Tecnun. Había ido a San Sebastián innumerables veces pero nunca me habían llevado a la Escuela de ingeniería. M. decía que era un edificio y ya está, que no tenía nada de especial. Y no le faltaba razón. Era un edificio gris, sin mucha gracia, como el cielo de Donostia ese día, aunque nada que ver con la ciudad en la que se encontraba.
Al llegar, después de conversar en el camino con A. acerca de su futuro intercambio a Washington, mis posibles futuros profesionales, los profesores de la facultad de Filosofía y Letras, lo que le ha gustado de su carrera y lo que mejoraría de ella, tuvimos una primera sesión de la mano de Jose María Torralba. Fue del mismo tema que aquella que dio en el primer Thinglao de Pamplona, sobre los rasgos de la generación Z. Sobre cómo nuestra fragilidad va de la mano de una mayor sensibilidad y como nuestra falta de referentes va acompañada de una mayor autenticidad. Habló, entre otras cosas, de la sobreprotección en el mundo real y la desprotección en el digital; de Gregorio Luri y el fracaso educativo que significa que los niños ahora tengan sus rodillas impolutas.
Siguiendo esto, tuvimos una segunda sesión de la mano de Joseba Campos, director de la CUN, donde nos habló de su experiencia liderando la clínica, la importancia de la humildad, la determinación y ser personas normales en el mundo laboral. Al terminar, bajamos al txoko de Tecnun y almorzamos distendidamente, conversando sobre esto y aquello. Comimos tortilla, pescado, jamón, queso, aceitunas, pan y cualquier otra cosa típica de la mesa española. Torralba explicó el origen del programa de Liderazgo como servicio y su inspiración en el Oxford Character Project. Basándose en este, la finalidad consistía en amueblar la cabeza con los conceptos adecuados para que te puedas conocer mejor a ti mismo y así servir con mayor verdad a los demás.
Y, si fuera en otra universidad, el programa habría consistido sólo en lo que llevaba siendo hasta entonces: una serie de seminarios en torno a virtudes que son idóneas para quien quiere ser líder. Pero no se limitaron a eso. Hacía falta un día como este. De tener alguna sesión, sí, pero, principalmente, de pasar el rato, sentarse a la mesa, conocer a otros y entablar amistades. Un día para leer, reunirse y hablar. Porque aquí nunca han dejado de ser conscientes de que, como dice Aristóteles, un amigo es otro yo y es la mayor fuente de autoconocimiento. De que es esencial a la universidad, no solo la transmisión de conocimiento, sino la conciencia de que este se comparte con mayor naturalidad entre amigos y, para esto, hay que crear los contextos adecuados para que la amistad se pueda cultivar.
Como un día en San Sebastián; como una tarde en un txoko.