Postres filosóficos
Cómo es el último año, no queda otra que tratar de hacer todas las cosas que no hemos hecho en estos seis años. Algunas de ellas ya no las haremos, como ir a la selva de Irati en otoño. Ya empiezan los exámenes y el invierno. Sin embargo, otra de ellas eran los postres filosóficos. Por el día de Santa Catalina, la Facultad de Filosofía organiza una charla, una obra de teatro y el concurso de postres filosóficos. Durante la semana, en clase de tribu, pensamos en posibles conceptos para el viernes: Gadamel brownie, Gominalismo, Cheese and Quine, Habermaister, Turrón y temblor, entre otros. Al final, ni H. ni yo hicimos ningún postre, porque somos unos tipos chill de cojones. Pero el resto sí. J. junto a los de su piso presentaron la Crítica al Pan Duro, unas torrijas; S. y A. La monada, un panettone cubierto de chocolate y huevitos kinder; y M. una torta con Dios sabe qué y cubierta de mermelada, llamada Yo solo sé que mermelada.
J. e I. no ganaron nada, pero la razón estaba clara. Su postre era una crítica a Kant y lo mucho que se enseña al alemán en la facultad, a costa de otros filósofos más importantes (y acertados). Y, debido a que el jurado lo componían profesores, era muy difícil que le den el premio a quien tenga la valentía de comparar a Kant con un pan duro. M. se llevó el premio al más original y, S. y A. con su monada en honor a María Jesus Soto, a la forma mejor conseguida.
Hay quienes dicen que la mejor etapa de la vida es justamente la universitaria, pero siempre me ha parecido una creencia muy triste. Si esto es lo mejor, entonces todo lo que viene después de esto es peor y no me creo que casarse, formar una familia, trabajar en lo que te gusta (o disgusta), ver a tus hijos crecer y al mundo cambiar sea una mierda. Al final la vida es como el fútbol. La tesis de Barraza es que no se puede decir con absoluta superioridad que hay un mejor futbolista de la historia (aunque es Messi), sino que lo que más puedes decir es que hay uno que es el mejor de su época, porque cada época es muy distinta y tiene sus particularidades que las hacen imposible de comparar. Simplemente hay que disfrutar de cada una y ya.
Pero tampoco tenemos que ponernos sentimentales ni reflexionar demasiado sobre estas cosas. Al final, solo importa ser un tipo chill de cojones.